Por qué es cada vez más difícil para los extranjeros estudiar en las universidades británicas, que figuran entre las mejores del mundo
Reino Unido es el segundo país con mayor número de premios Nobel y es sede de cuatro de las 10 mejores universidades del mundo según el prestigioso ranking que elabora cada año el QS World Universities.
Las instituciones de Educación Superior británicas se enorgullecen de decir que en 2023, más de una cuarta parte de los países del mundo -58, en concreto- estaban dirigidos por alguien educado en Reino Unido, una cifra sólo superada por Estados Unidos, con 65 líderes.
La alta calidad de su enseñanza, la reputación académica y el prestigio de sus carreras atraen cada año miles de estudiantes extranjeros que compiten con los locales por una plaza y pagan una matrícula que es con creces muy superior.
Pero las cifras revelan que el país está perdiendo atractivo para los estudiantes. Al elevado costo de las matrículas se han sumado el Brexit, la enorme inflación y unas mayores restricciones impuestas por el gobierno del primer ministro Rishi Sunak.
Los cambios en las visas de estudiantes han ido restringiendo beneficios como las condiciones en las que los estudiantes pueden quedarse trabajando después de graduarse o la posibilidad de traer a sus familias.
Los alumnos que ya hayan completado su carrera pueden permanecer en el Reino Unido durante dos años (tres años para aquellos con un título de doctorado) para trabajar con una visa de posgrado. Pero en ese periodo, ya no pueden solicitar permiso para sus familiares dependientes.
Los dependientes incluyen hijos menores de 18 años, cónyuges o parejas de hecho y padres ancianos que necesitan cuidados a largo plazo.
Además, mientras a los estudiantes británicos de pregrado se les puede cobrar un máximo anual de US$11.500 en concepto de tasas gracias al límite impuesto por el gobierno, los extranjeros pueden ver aumentada la matrícula hasta los US$48.500 por año.
Y eso es solo el curso. Luego hay que sumar manutención, alquiler de piso y otros gastos que suman casi lo mismo o más.
La peruana Alexandra Flores llegó a Reino Unido en 2021 para estudiar Marketing de Moda y Periodismo en la Metropolitan University de Londres.
“Yo pagué US$17.000 al año. No es mucho para lo que es ser internacional acá en Londres, pero la visa costó casi US$800 y luego están los gastos inesperados como el seguro de salud. Tuve que pagar por él US$4.000 en los tres años”, cuenta a BBC Mundo.
El cambio de divisa también trastocó la factura final. “Hay una idea equivocada de que muchos estudiantes internacionales solo vienen a lucir. En mi caso no ha sido así. He tenido que trabajar mucho. Para mí era más fácil irme a España, pero esto era un reto”.
Controlar la migración
En enero entró en vigor una parte importante de la estrategia del gobierno de Sunak para reducir la inmigración al “poner fin a la práctica irrazonable de que los estudiantes extranjeros traigan a sus familiares al Reino Unido», según declaró entonces el ministro del Interior, James Cleverly.
«Esto hará que la migración caiga rápidamente en decenas de miles”, añadió.
El gobierno británico considera que muchos inmigrantes utilizan las visas de estudiante como una puerta trasera para trabajar en Reino Unido.
Como consecuencia de esto, el coste de las visas también aumentó y desde abril de 2024, la tarifa estándar para un visado ha pasado desde casi US$800 a US$1.300.
Para Lavina Chainani, cofundadora de Popyourbubble, una firma de que facilita la movilidad e integración de expatriados en su nueva ubicación, otro de los factores detrás de la dificultad de ingresar en la educación superior británica es que se prevé que el segmento de la población de 18 años aumente un 25% de cara a 2030. “Eso va a restringir mucho las plazas disponibles para extranjeros”, explica.
El gobierno también se ha comprometido a revisar los fondos que los extranjeros deben tener para demostrar que pueden cuidar de sí mismos, al tiempo que algunas universidades instan a los alumnos a cumplir con un determinado número de horas de asistencia, lo que limita la capacidad para trabajar y obtener ingresos que les permitan financiar su estadía.
Con su tipo de visa, los estudiantes internacionales pueden trabajar hasta 20 horas por semana y a tiempo completo en periodos de vacaciones. Pero ahora no podrán cambiar su tipo de visa a una de trabajador cualificado hasta que completen sus estudios, aunque reciban una oferta de trabajo.
Menos visas concedidas
Flores aprovechaba todas las vacaciones para trabajar en Lima, ahorrar lo suficiente y volver a Londres. Pero su compañera en la carrera de periodismo, la española Sara Valle, compaginaba las clases con el trabajo.
“En el primer año podía trabajar porque primero no es tan intenso. Estás empezando y tienes trabajos y muchas cosas que hacer, pero te da el tiempo para todo. En segundo, hay que hacer equilibrios. Pero este tercer año, que es el final, llegó un momento en que tuve que bajar las horas de trabajo y tirar un poco de ahorros”, cuenta Valle.
Todos estos factores han hecho que, pese al prestigio, el número de visas de estudiantes concedidas hasta finales de marzo de 2024 cayeran un 6% y que los alumnos de posgrado se redujeran en aproximadamente un tercio.
Fuente: BBC MUNDO