Imbabura cumple tres semanas de paro tras un feriado sin movimiento y sin señales de diálogo

Tras tres semanas de paralización, Imbabura vive un día más de paro con pérdidas económicas diarias, aislamiento vial permanente y sin avances visibles hacia el diálogo entre el Gobierno y el movimiento indígena.
La provincia de Imbabura entra a su tercera semana consecutiva de paralizaciones, marcada por un feriado sin actividad económica ni turística.
Este lunes 13 de octubre de 2025 se cumplen más de 20 días desde que inició el paro convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), convirtiendo a esta provincia en la más afectada del país por el cierre de vías, la suspensión del comercio y la caída total del turismo.
Durante el reciente feriado, tradicionalmente parte de las fechas de mayor movimiento en el año, las ciudades de Cotacachi, Otavalo, Atuntaqui e Ibarra lucieron prácticamente vacías, con locales cerrados y calles desiertas.
En otros años, estas localidades recibían a miles de visitantes por su oferta textil, artesanal y gastronómica; sin embargo, esta vez, la ocupación hotelera fue cero. Los comerciantes describen el ambiente como “igual o peor que en la pandemia”.
Las vías que conectan Imbabura con el sur del país continúan bloqueadas, especialmente la Panamericana Norte, lo que mantiene interrumpida la conexión con Quito y la Sierra central.
La única alternativa para la movilización ha sido hacia el norte, con salidas desde Ibarra hacia Esmeraldas o Carchi, donde el ECU-911 no reporta cierres ni protestas. Algunas cooperativas de buses interprovinciales incluso han improvisado rutas por esa zona para llegar a la capital, aunque el viaje puede tardar hasta 12 horas, seis veces más que en condiciones normales.
El aislamiento ha golpeado de lleno a los sectores productivos. En Atuntaqui, la industria textil, que cada feriado atraía a cientos de compradores, no registra ventas desde hace tres semanas. En Otavalo y Cotacachi, la paralización ha afectado al comercio de cuero, artesanías y alimentos. Los emprendedores y productores señalan que las pérdidas son millonarias y temen que la situación se vuelva insostenible si no se logra una solución pronto.
Suman cada vez más llamados al diálogo
Mientras tanto, más esfuerzos por establecer un diálogo han surgido desde los gobiernos locales y las organizaciones sociales.
En Cotacachi, el alcalde Jomar Cevallos Moreno y el vicario Tarquino Alvarado impulsaron un espacio de diálogo con representantes de la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi (Unorcac), la Asamblea de Unidad Cantonal (AUCC), gremios productivos y ciudadanos.
De esa reunión surgieron varios acuerdos, entre ellos un llamado al Gobierno Nacional para retomar el diálogo como vía de solución, la creación de salvoconductos humanitarios para el transporte de leche y alimentos, horarios de atención comercial en el cantón y un número telefónico para denunciar abusos durante las manifestaciones.
Además, se convocó a una marcha ciudadana en la que participaron habitantes y dirigentes de la Unorcac, bajo la consigna de exigir diálogo entre el Gobierno y los manifestantes.
En Otavalo, el Concejo Municipal también se pronunció frente a la crisis. En una sesión realizada el 10 de octubre, los concejales ratificaron su compromiso con la paz y el trabajo conjunto, recordando que ya habían convocado a la gobernadora de Imbabura, Maité Landeta, y a los líderes del movimiento indígena a instalar una mesa de diálogo.
“Otavalo no necesita más división, necesita diálogo, trabajo conjunto y empatía. Nuestro llamado es a la paz y al respeto. El país no puede perder lo que tanto nos ha costado construir”, expresó la alcaldesa Anabel Hermosa.
Sin embargo, hasta el momento, ni el Ejecutivo ni los representantes nacionales del movimiento indígena han dado pasos concretos para abrir una negociación formal.
Mientras tanto, el clima social en la provincia sigue tenso, con cierres parciales y totales en zonas rurales y urbanas, en medio de una sensación general de agotamiento entre la población, que ya comienza a comparar el impacto del paro con los meses más duros del confinamiento por la pandemia.
Fuente: La Hora