La Crisis de la Cultura: Entre el Populismo y la Ceguera Moral

Por Lic. Claudio Torres
¡Estamos en crisis!…
La ética, la ideología, las ideas y la racionalidad económica que sostuvieron nuestra civilización actual han entrado en crisis. Anteriormente, la noción de crisis se asociaba exclusivamente con desequilibrios económicos. Sin embargo, hoy en día, esa noción se ha ampliado a un abanico de amenazas que afectan las estructuras sociales más profundas: la ética, la moral, el pensamiento y la racionalidad que se cuidaban en la familia y la sociedad.
Esta crisis se acompaña de una obsesión por el dinero y el poder. Los “proyectos políticos” actuales no surgen de la necesidad de cambiar realidades que afectan al pueblo, sino de una enfermiza búsqueda de poder. Esta búsqueda ha llevado a que las ideologías y movimientos políticos se encuentren en crisis. El gobernante prioriza el poder sobre el bien común y, en su afán por mantenerlo, recurre al populismo.
Lo más pernicioso es que esta crisis ha corroído la cultura, la identidad y la gestión cultural en las instituciones del estado. La pérdida de pueblos ancestrales, sus lenguas y costumbres es alarmante. Es fundamental fortalecer los procesos culturales como antídoto ante esta crisis multidimensional y la pérdida de sensibilidad humana, a la que Bauman se refiere como ceguera moral en esta modernidad de estructuras líquidas.
Recientemente, la ministra de Cultura, Romina Muñoz, reaccionó ante la eliminación del Ministerio de Cultura, señalando que «a todos» les sorprendió esta decisión. Justificó acríticamente la medida afirmando que «la forma actual en la que están organizados el Ministerio y el Sistema Nacional de Cultura no es óptima». Aunque esta cartera de estado no cumplió con sus objetivos, la cultura ha sido borrada de la discusión y responsabilidades del ejecutivo….Menos cultura significa más manipulación de las masas.
La histórica Casa de la Cultura Ecuatoriana, creada desde la sociedad y no desde el poder, también enfrenta esta crisis y la ceguera moral. La actual administración es criticada por su gestión arbitraria, evidenciada empezando por el cambio de nombre de la institución a «Casa de las Culturas«, lo que desdibuja la noción de cultura promovida por Benjamín Carrión. Hoy, la Casa se ha convertido en un espacio de politiquería, con un grupo de directores provinciales que apoyan estas pretensiones.
En nuestra provincia, la ceguera moral se manifiesta en cambios superficiales, como el logotipo institucional, y en la mercantilización de la gestión cultural. Ahora, el dinero y el «eventismo» son el centro de la gestión cultural, relegando las ideas y la iniciativa a un segundo plano. Si Benjamín Carrión hubiera necesitado dinero, la Casa de la Cultura no existiría.
En un contexto social consumista, esta forma de gestión cultural no contribuye al desarrollo. El populismo, financiado con recursos públicos, solo satisface a un grupo selecto que aplaude al administrador, mientras la mayoría de los actores culturales son ignorados. Muchas provincias ya han superado el eventismo y trabajan en proyectos culturales sostenibles y de alto impacto social.
Hemos dejado de lado la producción de diálogo y pensamiento crítico; actualmente, no existen foros ni se producen textos que fomenten esta reflexión. Al populista no le interesan las ideas, ya que teme la crítica que podría amenazar su poder, a menudo adquirido mediante la compra de conciencias. Por otro lado, la historia ecuatoriana está marcada por momentos en los que los gobiernos de turno, muchos de ellos aprendices del autoritarismo, no han perdido la oportunidad de, bajo el pretexto de crisis sociales, desmantelar la inversión en educación y cultura. Son conscientes de que estos derechos son emancipadores, y un pueblo carente de cultura y educación se convierte en un terreno fértil para el populismo.
Martin Luther King afirmó que “el mal es inherente a la sociedad y las relaciones sociales”. Donskis complementa esta idea al señalar que hoy el mal se manifiesta en la insensibilidad y la falta de reacción ante el sufrimiento ajeno… en la insensibilidad y en los ojos apartados de una silenciosa mirada ética. Por desgracia, muchos creadores ávidos de difundir su pensamiento, ante una gestión como la actual, se encuentran impotentes. Pero siempre habrá esperanza, como dice Raúl Pérez Torres, “contra la cultura, nada puede el olvido”, pero mientras esto sucede, los verdaderos hacedores de la cultura se replegarán a sus trincheras, continuando la lucha por la verdadera cultura.
Fuente: El Amazónico