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Ecuador: los salarios suben en el papel, pero los ecuatorianos ganan menos

En la última década, el salario básico aumentó, pero el ingreso real medio de los trabajadores cayó. Ajustados a la inflación, los ecuatorianos ganan menos que antes. Entre 2015 y 2025, el poder adquisitivo bajó mientras el costo de vida subió 12,69%, según el INEC.

Muchos trabajadores en Ecuador han sentido que su salario ya no alcanza como antes. Aunque el salario básico ha subido en términos nominales, el dinero que realmente llega al bolsillo —y lo que se puede comprar con él— ha ido perdiendo valor. Es decir, incluso si una persona gana lo mismo o un poco más que hace unos años, su capacidad para cubrir gastos como alimentos, servicios básicos o educación ha disminuido. Los precios han subido más rápido que los ingresos, y eso afecta tanto a quienes tienen empleo formal como a quienes sobreviven con trabajos precarios. Esta pérdida silenciosa de poder adquisitivo se acumula mes a mes hasta convertirse en una diferencia que pesa en la vida cotidiana: menos comida, menos ahorro, más incertidumbre.

Durante los últimos diez años, el ingreso de los trabajadores ecuatorianos ha tenido un comportamiento paradójico. Aunque el Salario Básico Unificado (SBU) subió de $354 en 2015 a $470 en 2025 —un incremento nominal del 32,7%—, los ingresos promedio de los trabajadores adecuados (trabajo formal) se redujeron de $790,15 a $764,15, una caída nominal del 3,29%.

Entre los subempleados, la situación también empeoró: pasaron de ganar $219,20 al mes en 2015 a $214,85 en 2025, es decir, 2% menos en diez años. Esto en un contexto donde el costo de vida ha subido 12,69% (el acumulado de las inflaciones mensuales de los últimos 10 años), según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

En resumen, los salarios bajan y los precios suben: una combinación que erosiona directamente el bienestar de los hogares, incluso entre quienes tienen empleo.

Tomemos a un trabajador adecuado que ganaba $790,15 en 2015. Si hoy gana $764,15, está perdiendo $26 mensuales nominales, que equivalen a $86 en términos reales al ajustar por inflación acumulada (12,69%). Eso equivale a:

  • El valor de la luz y el agua de un mes para una familia de clase media.
  • Tres galones de gasolina extra por semana.
  • O la diferencia entre una canasta básica cubierta o no al final del mes.

En términos reales, es como si cada trabajador adecuado perdiera casi un salario completo al año, solo por el deterioro de su poder adquisitivo.

Poder adquisitivo a la baja

Incluso si los salarios promedio se hubieran mantenido iguales, el poder adquisitivo de los ecuatorianos también habría bajado. ¿Por qué?

Supongamos que una persona ganaba $600 en julio de 2023 y sigue recibiendo lo mismo en julio de 2025. En ese período, la inflación acumulada fue del 2,68%, según el INEC.

Eso significa que hoy esos $600 equivalen a solo $584,34 en términos reales. Es decir, esa persona ha perdido $15,66 mensuales de capacidad de compra sin haber tenido una sola reducción nominal.

A lo largo de un año, esa pérdida equivale a más de $180, lo que representa, por ejemplo:

  • Una mensualidad escolar,
  • Un mes completo de medicamentos para enfermedades crónicas,
  • O más de una semana de alimentación familiar.

Ganar lo mismo, en la práctica, es vivir con menos.

¿Qué se encareció más?

Los ingresos apenas suben o se reducen, pero los costos más importantes para las familias aumentaron de forma sostenida:

  • Canasta básica: de $671 en 2015 a $812,65 en junio de 2025 → +21,11%
  • Servicios básicos: aumento superior al 30% en hogares de ingresos medios
  • Metro cuadrado de vivienda en Quito y Guayaquil: de $950 a $1.200 → +26,3%

Este desfase entre ingresos y precios es una de las causas centrales del malestar económico cotidiano.

¿Por qué no se pueden subir más los salarios?

Aunque la necesidad de mejores salarios es evidente, subirlos artificialmente, sin respaldo productivo ni sostenibilidad fiscal, puede causar más daño que beneficio. Estas son las principales barreras estructurales:

1 Baja productividad laboral. Un trabajador que produce lo mismo o menos por hora trabajada no puede generar ingresos suficientes para justificar un aumento salarial real. Ecuador bajó en productividad a un ritmo del -0,3% anual en la última década. Sin capacitación, tecnología ni eficiencia, no hay cómo repartir más valor.

2 Economía poco diversificada. Mientras otros países desarrollan industrias de alto valor agregado, Ecuador sigue anclado a sectores primarios (petróleo, banano, flores). Estos sectores tienen márgenes reducidos, están expuestos a choques externos y no generan suficientes empleos de calidad. Sin un salto productivo, el salario seguirá estancado.

3 Alta informalidad laboral. Más del 60% de la Población Económicamente Activa (PEA) trabaja en condiciones informales. Esto reduce la recaudación fiscal, impide que funcionen sistemas como el IESS y hace del mercado laboral un espacio donde muchas personas pugnan por los pocos empleos formales disponibles. Esto empuja los salarios a la baja. Con la mitad del país fuera del sistema, la mejora salarial es parcial, frágil y desigual.

4 Un Estado sobredimensionado e ineficiente. El Estado ecuatoriano gasta el equivalente al 37% del PIB, el segundo nivel más alto de América Latina, solo por detrás de Brasil. Sin embargo, este gasto no se traduce en servicios públicos de calidad ni en eficiencia institucional. En lugar de potenciar la economía, consume recursos, genera déficit y exige más impuestos, hace más caro ser formal, lo que reduce el espacio para inversión privada y aumentos salariales genuinos.

5 Normativa laboral y burocracia que inhiben la inversión. Según estudios de libertad económica y competitividad (Heritage Foundation, Fraser Institute, WEF), Ecuador está entre los países con mayor rigidez para contratar, despedir o invertir. Normativas laborales inflexibles, regulaciones excesivas y permisos lentos desincentivan la creación de empleo formal y bien pagado. El resultado: muchas empresas prefieren ir a la informalidad o no crecer, y eso restringe los salarios.

Ejemplos internacionales

Ecuador no es el único país que ha enfrentado décadas de estancamiento económico y bajos salarios. Pero hay naciones que, partiendo desde condiciones muy parecidas —baja productividad, informalidad, dependencia de productos primarios—, lograron dar el salto. No fue a través de subsidios masivos ni decretos de aumento salarial, sino con decisiones estructurales y sostenidas a largo plazo.

Polonia (2004–2024): del rezago postsoviético al motor del este europeo

En 2004, Polonia entró a la Unión Europea con una economía frágil, alta informalidad laboral y salarios reales muy bajos: el promedio rondaba los 500 euros mensuales netos. La mayoría de sus exportaciones eran de materias primas y productos agrícolas, y su aparato productivo estaba desactualizado tras décadas de planificación central.

Pero la adhesión a la UE trajo consigo una hoja de ruta clara de reformas estructurales, acompañada por inversión externa y fondos europeos estratégicos. El resultado: en 20 años, la productividad laboral creció al 2,5% anual, y los salarios reales se triplicaron. Hoy, el ingreso promedio supera los 1.400 euros netos mensuales, con un desempleo por debajo del 3% y con una economía altamente diversificada. (JS)

Fuente: La Hora

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