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Relevo generacional: una tarea pendiente en las organizaciones indígenas del Ecuador

Alcanzar un recambio generacional en los principales liderazgos del movimiento indígena del Ecuador implica varios factores, donde hay dificultades para los jóvenes, pero sobre todo para las mujeres jóvenes. ¿Qué obstáculos hay?

Para ser líder o tener un cargo dirigencial en las organizaciones indígenas del Ecuador no basta con desearlo o tener la capacidad. Se requiere que la comunidad reconozca ese liderazgo y le dé legitimidad.

Así lo explican algunos jóvenes que pertenecen a diferentes pueblos y nacionalidades indígenas, quienes de diversas formas se vinculan con el quehacer político de algunos espacios para ganar experiencia, incidir y quizá algún día presidir la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Aunque también tienen otros objetivos y no en todos nace ese interés de liderar dentro de estas organizaciones.

¿Dos tipos de relevo generacional?

Kelvin Criollo tiene 24 años. Estudia Derecho y Administración de empresas. De la nacionalidad Siona de la parroquia Puerto Bolívar, en la provincia de Sucumbíos, es vicepresidente del Comité Juvenil Provincial de Incidencia Política de Sucumbíos. Para él es importante que en las organizaciones de los pueblos indígenas existan nuevos jóvenes, pero no con un “liderazgo efímero”.

“Para que no pase aquello se necesita un relevo generacional de líderes jóvenes, pero líderes comprometidos. La permanencia en el poder corrompe a la persona y empieza a ver intereses personales”, observa Criollo.

Para liderar se comienza por tener participación activa desde la comunidad hasta en organizaciones provinciales o nacionales. “Es un proceso bastante complicado. El reto más grande que he tenido que atravesar y sigo atravesando es el de los celos o la competencia que hay por llegar a ser dirigente. Quienes están al frente de la dirigencia creen que por ser jóvenes no deberíamos ocupar estos espacios que requieren de compromiso y responsabilidad. Que por ser jóvenes no podemos discrepar o dar una crítica constructiva hacia nuestros dirigentes”, expone.

Por eso proyecta dos tipos de relevo generacional en el movimiento indígena: “Unos que no van a tener autonomía, no van a ser críticos y no van a poder tomar sus propias decisiones, sino que van a depender de los exdirigentes. Es bueno que te asesoren, pero no decirte qué tienes que hacer. Otro grupo de líderes son los que van a estar enfocados en escuchar y direccionar a su propio pueblo y para eso hay que tener sabiduría. Informar al pueblo que las decisiones que se van a tomar están mal o que pueden ser una alternativa y llegar a un consenso”.

Criollo aspira a ser presidente de la Conaie para hacer un cambio. Como parte de su visión, plantea motivar a más jóvenes a ser dirigentes formándolos con un contexto histórico, así como mejorar la administración de recursos para la ejecución de proyectos, que tengan beneficios económicos para los territorios.

Pero también tiene en mente otra idea: “Implementar un observatorio indígena multidisciplinario, donde se aborde la parte jurídica y proyectos alternativos desde nuestros profesionales indígenas. Podemos dar alternativas al mismo Estado”.

Espera que la dirigencia del presidente electo de la Conaie, Marlon Vargas, sea coherente.

La pasión y falta de presupuesto

Jefferson Tanchima, de 29 años, es bachiller y dirigente de Juventud de la nacionalidad Kichwa de Pastaza (Pakkiru). No pudo terminar una carrera universitaria por falta de recursos, pero aprovecha las capacitaciones de las organizaciones para aprender más.

“Siempre me ha gustado liderar en la comunidad”, relata. Se encarga de buscar aliados para impulsar los talleres de liderazgo, pero no es fácil. Espera que las dirigencias de la Confeniae o la Conaie apoyen con presupuesto para impulsar los talentos de la juventud.

“Los jóvenes también somos capaces de liderar a un pueblo, a una organización, pero tenemos que capacitar en temas de liderazgo, tenemos que estar activos, ir luchando por nuestro pueblo”, comenta. Defiende que los jóvenes no necesariamente deben tener los mismos criterios que el kuraka (jefe o líder).

Jorge Anderson Herrera, por otra parte, tiene 27 años y estudia Medicina. Pertenece a la comunidad de Wintza, en la Sierra. No es dirigente, pero participa en diferentes procesos, espacios comunitarios y actividades.

“Participar desde la comunidad es una forma de compromiso real con los territorios, con la gente y con los principios organizativos”, expresa. Considera que los jóvenes son “portadores de nuevas herramientas”. Reconoce que le falta preparación para una dirigencia, pero aclara que no quiere reemplazar a los mayores, sino sumar.

Dificultades para el liderazgo femenino

Saraí Cahuasquí es abogada, tiene 29 años, es parte del pueblo Kichwa de Otavalo y preside la Asociación de Estudiantes de la Universidad Andina Simón Bolívar. Allí estudia una maestría. Fue parte del Cabildo Kichwa de Otavalo en el periodo 2019-2022.

Indica que el “traspaso generacional” debe considerar perfiles con formación teórica, académica, pero también con experiencia práctica.

Dice que en los pueblos y nacionalidades hay perfiles juveniles preparados, pero no les interesa vincularse a espacios de liderazgos, en general. Explica que hay una razón: “Porque la política en este país ha sido manejada por estas viejas costumbres de los compadrazgos. Estas cuestiones han dañado y envenenado tanto a la política. El reto es motivar a estas generaciones a participar en lo político”.

Cuatro organizaciones políticas le propusieron ser candidata en las últimas elecciones seccionales, en Otavalo, pero no aceptó: “No me he metido de lleno en la política. Hay que ser honestos en el tema del tiempo y de los recursos que implica ser parte de estos procesos políticos. Esta reflexión es la que no se hace, sino simplemente pensando desde una ganancia del yo, en lugar de qué voy a aportar”.

Prefiere continuar formándose, pero no descarta en un futuro, si tiene la oportunidad, participar en alguna candidatura para algún cargo de elección popular o en la Conaie.

Cahuasquí ve algunos inconvenientes para ejercer liderazgos. “Los kichwa nos hemos olvidado de replantear desde nosotros la interculturalidad. Pecamos de folclorizar nuestras propias culturas y tradiciones (…). Interculturalidad es este diálogo horizontal”, afirma. Cuestiona que se priorice a quienes han estudiado en el extranjero, pero que cuando llegan a espacios de toma de decisiones no lo hacen pensando en el pueblo porque no conocen los procesos culturales y los problemas.

Destaca que el sistema de elección de candidaturas en las comunidades sirve como un filtro para saber quiénes verdaderamente están comprometidos con el pueblo, porque cuando se autoconvocan pierden el reconocimiento y la legitimidad.

Señala que “existen problemas en la cosmovisión andina hacia el género”, lo que limita espacios a los liderazgos femeninos indígenas. “Es totalmente necesario que exista una mujer en la (presidencia de la) Conaie porque qué curioso que dentro de más de 30 años no haya ni un solo liderazgo femenino”.

Resume que a la violencia sistémica, violencia política y de género se suma la falta de impulso de liderazgos femeninos dentro de la familia indígena, porque a la mujer se le ha impuesto el pedir permiso para hacer actividades de liderazgo, permisos que muchas veces no son concedidos y no pueden asistir a las asambleas de las organizaciones indígenas.

“¿Y por qué son tan importante las asambleas? Porque se supone que son espacios de diálogo horizontal, pero las mujeres no tienen espacio. No estamos hablando verdaderamente de una participación activa de las mujeres desde la asamblea y si no están en la asamblea, no están en lugares de decisión”, refiere.

Proyecto de formación política

Rosa Paqui tiene 51 años, es parte del pueblo Saraguro y ejerce como concejala del cantón Paquisha en Zamora Chinchipe. Percibe que los jóvenes están olvidando las tradiciones indígenas, sobre todo el idioma kichwa.

Por eso plantea un proyecto sobre liderazgo político para proporcionar formación y motivar el interés de los jóvenes. “Tengo esperanzas allí porque he estado preocupada por todo eso.Esperemos que de ahí salgan unos líderes que en verdad tengan vocación”. El proyecto se presentará en el Consejo Provincial y podría iniciar en 2026.

“Todavía estoy elaborando el proyecto. A las mujeres nos falta bastante la capacitación. Las mujeres dicen: voy a preguntar a mi esposo”, comenta Paqui. Inicialmente, el plan será abierto tanto para hombres como para mujeres.

Mientras que Darwin Zhunaula tiene 26 años, es contador y del pueblo Saraguro. “La verdad sí se están perdiendo esas costumbres, habría que ver si es que hay la colaboración de las comunidades (para participar)”, menciona. (KSQ)

Fuente: La Hora

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