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Cómo Venezuela se convirtió en el segundo productor de queso de América Latina

«Venezuela ha estado en una revolución quesera desde el inicio de este siglo, produciendo en 2020 tres veces la cantidad que producía en 2000», anunciaba a inicios de marzo Latinometrics, un newsletter dedicado a hacer periodismo de datos centrado en América Latina.

El gráfico que acompañaba el texto usaba cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y afirmaba que Venezuela se había convertido en un gran productor de quesos.

Poco después, numerosos medios de Venezuela y la región se hicieron eco de esta información.

Y, ciertamente, las cifras sobre el aumento de la producción de quesos en Venezuela son notables. De acuerdo con la FAO, Venezuela pasó de producir 97.104 toneladas de queso en el año 2000 a 287.648 toneladas en 2020.

Esos números convertirían a Venezuela en el segundo mayor productor de quesos de América Latina, superando a México y sólo por detrás de Argentina.

Un aumento real, cifras cuestionadas

Roger Figueroa, presidente ejecutivo de la Cámara Venezolana de Industrias Lácteas (Cavilac), reconoce que en Venezuela ha habido un aumento en la producción de quesos, pero se muestra escéptico ante las cifras de las FAO.

Indica que para alcanzar esos números haría falta dedicar a hacer quesos toda la leche del país y destaca que no es así, pues en Venezuela también se produce leche pasteurizada, condensada, de larga duración, yogures, etc.

«Nosotros no tenemos esa cantidad de leche», apunta al ser consultado por BBC Mundo.

«Suponemos que la FAO toma los números que les da el Ejecutivo nacional y lamentablemente por años, muchos años ya, el Ejecutivo nacional no tiene cifras confiables», agrega.

Un portavoz de la FAO confirmó a BBC Mundo que las estadísticas que ellos publican son suministradas por los Estados miembros.

Andrés Kowalski, director general de la Fundación Nacional para el Desarrollo de la Biotecnología y responsable del Observatorio Lácteo para Venezuela, también afirma tener discrepancias con las cifras publicadas por la FAO.

«El valor real que se transforma en Venezuela en queso es alrededor de 215.000 toneladas. La FAO reporta 285.000 toneladas, pero indistintamente la producción venezolana está muy por encima de muchos países y eso tiene una explicación: no es que produzcamos más leche que otros, sino que el 92% de la leche producida en Venezuela se convierte en queso. Ese el detalle», dice el experto.

Indica que uno de los elementos que inciden en el aumento de las cifras radica en que en el pasado en Venezuela solamente se contabilizaba la producción formal, la que realizaba la industria láctea, porque no había manera de medir la producción que ocurría directamente en las fincas ni en las queseras informales (las que operan al margen del control de las autoridades sanitarias).

Entonces, la leche que no era adquirida por la industria se derivó hacia los productores de queso informales.

Kowalski señala que ese cambio es visible en el incremento en la producción de quesos que se produjo a partir de 2007.

De acuerdo con los datos de la FAO, la producción de quesos en Venezuela aumentó de 95.600 toneladas en 2006 a 155.000 toneladas en 2007.

Otro evento concreto que contribuyó a disminuir la participación de la cuota de leche usada por la industria láctea venezolana fue la crisis eléctrica que comenzó a vivir ese país en 2019.

«El colapso del sistema eléctrico en marzo de 2019 descompuso todas las cadenas productivas y el sector lácteo no escapó. Posiblemente es el elemento más importante, pues la industria dejó de procesar el 66% de su leche y eso se convirtió netamente en queso. De los 50 millones de litros de leche que procesaba la industria mensualmente, 28 millones se destinaban a leche pasteurizada. Hoy no llegamos a dos millones y medio de litros de productos pasteurizados», señala Kowalski.

Explica que hasta 2019, la industria todavía procesaba 26% de la leche de Venezuela, pero que tuvo que dejar de elaborar muchos productos porque los comercios no querían adquirir pasteurizados por miedo a que se les dañaran por algún corte de electricidad. «Esa leche también la absorbió la producción de quesos informal», apunta.

Fuente: BBC MUNDO

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