Qué tiene de especial el lado oculto de la Luna y en qué se diferencia de la cara visible
La sonda china Chang’e-6 está regresando a la Tierra con un cargamento muy valioso: las primeras muestras de suelo jamás recolectadas en la cara oculta de la Luna.
El robot recogió alrededor de 2 kg de material tras descender en la cuenca Aitken del Polo Sur (APS), uno de los cráteres más grandes que se conocen en el Sistema Solar.
Chang’e-6 pasó dos días juntando rocas y polvo, valiéndose de un brazo mecánico y un taladro, en una hazaña celebrada por la comunidad científica internacional.
Se espera que la cápsula con las muestras aterrice en los desiertos de Mongolia Interior alrededor del 25 de junio.
China es el único país que ha llegado a la cara oculta de la Luna. Lo logró por primera vez en 2019, en la cuarta de las seis misiones de exploración lunar Chang’e (nombre de la diosa lunar en la mitología china).
Ya varios países han emprendido misiones lunares, principalmente Estados Unidos con su programa tripulado Apolo y posteriores sondas no tripuladas de la NASA. Pero todas ellas ocurrieron en la cara observable de la Luna.
La Administración Nacional del Espacio de China describió su más reciente logro como una «hazaña sin precedentes en la exploración lunar humana».
Añadió que la misión Chang’e 6 involucró «muchas innovaciones de ingeniería, altos riesgos y grandes dificultades«, especialmente las altas temperaturas en el lado oculto de la Luna.
¿Cuál es, entonces, la diferencia entre los lados visible y no visible de nuestro satélite natural y por qué explorar en este último es tan problemático?
Un hemisferio peligroso y misterioso
Desde nuestra perspectiva, la Luna tiene dos lados o hemisferios, uno visible y otro oculto, también llamado “lado oscuro”, aunque a este también lo baña la luz del Sol pero no lo podemos ver.
La razón por la cual la Luna solo nos muestra una cara se debe a un fenómeno conocido como “rotación sincrónica”, por la que el satélite tarda lo mismo en girar sobre su propio eje que en hacerlo alrededor de la Tierra.
Enviar una nave espacial y hacerla descender allí está plagado de riesgos, porque es muy difícil comunicarse con ella una vez que cruza al lado oculto.
Al llegar a la cara lejana de la Luna, el módulo se queda sin señal.
“Como no podemos comunicarnos directamente con el lado oculto desde la Tierra, otra nave tiene que ponerse en órbita en torno de la Luna para transmitir las órdenes del centro de control y recibir los datos”, le explicó el profesor Martin Barstow, de la Universidad de Leicester, al diario británico The Guardian.
Para ello, la CNSA se valió del satélite Queqiao-2, que con anterioridad había colocado en la órbita lunar.
Asimismo, el módulo de descenso tuvo que poner en operación un sistema de evasión de obstáculos visuales autónomo, dotado con una cámara que seleccionaba automáticamente las áreas seguras de alunizaje según la luminosidad o la oscuridad de la superficie lunar.
La cara oscura, o mejor dicho el hemisferio más remoto de la Luna, tiene un aspecto bastante distinto al que vemos desde la Tierra.
Los científicos explican que tiene una corteza más antigua y gruesa, con muchos más cráteres. También hay pocos de esos «mares» o planicies oscuras de basalto creadas por el flujo de lava que son evidentes en el lado más visible.
Se cree que un impacto poderoso en la cuenca Aitken puede haber atravesado la corteza hasta llegar al manto lunar. Se espera que la cápsula Chang’e 6 traiga a la Tierra muestras de esa capa.
Fuente: BBC MUNDO